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Una de las tantas respuestas y comentarios que recibimos luego del envío del ¿Porqué del Grito de Catalina? fue la de Amada, una antigua suscriptora al Newsletter "e-colombo" (en realidad el suscriptor es uno de sus hijos pero ella lo lee siempre). Le cuento la historia que, a diferencia de lo que le ocurrió a Catalina, no tuvo un final feliz. Fines de 1999. Amanda había enviudado hacía 3 años y el más chico de sus hijos (Tommy, nuestro suscriptor de 21 años) se fue a vivir solo a un departamento que alquiló. Su segunda hija (Flor, de 24 años) se había “casado sin papeles” con su “novio de toda la vida” y vivían en un edificio cerca de la casa de Amanda. El mayor de
los hijos (no menciona su nombre) estaba viviendo hacía 5 años en España. Tommy
“necesitaba independencia y libertad” y por ese motivo invirtió gran parte
de su dinero en alquilar, pintar, decorar y amueblar “su” casa. Pero esa
“independencia” tenía (al igual que para Flor) ciertos límites. Y, uno de
esos límites era invitarse a cenar 2 veces por semana y, simultáneamente,
llegar a la casa de su madre con un hermoso paquete un día y retirarse con otro
hermoso paquete el segundo día. ¿Qué
contenían los paquetes?. Ropa sucia, manchada y con barro para lavar y ropa
lavada, planchada y con un “rico olorcito que no tenían la que llevaba a los
lavaderos” respectivamente. ¿Un abuso
de sus hijos?. No, para nada. Amanda se había jubilado de profesora a fines del
año anterior y, a pesar, que tenía un gran vida social (sus amigas, la
parroquia, cursos de manualidades, etc.) quería , con cualquier excusa, tener a
sus “bebes” cerca de ella para charlar y compartir sus alegrías, emociones,
dificultades y problemas. Fue un
martes a la noche que Tommy le llevo el “paquete”. Ese día Flor no fue a
cenar porque cumplía años una amiga y fueron a esa fiesta. Era un “paquete
doble” porque el fin de semana Tommy había ido a jugar al futbol a pesar de
la lluvia y terminó embarrado, mojado y con la ropa totalmente empapada y
sucia. El miércoles
por la mañana ella separó la ropa y puso la más sucia en el lavarropa para
empezar con su tarea. El
departamento de Amanda era bastante grande. Junto a la cocina estaba el lavadero
(donde tenía el lavarropa y el lavaplatos), el cuarto y el baño de servicio.
La cocina tenía la entrada secundaria al departamento y una puerta que
comunicaba al living comedor. Tenía 3 cuartos y 2 baños. Una vez que
el lavarropa comenzó su trabajo se fue a ver televisión en su cuarto. Al rato
una amiga la llamó por teléfono. Tenía un aparato en el living y otro en su
cuarto pero este no funcionaba muy bien, así que atendió en el living. Como el
lavarropa hacía mucho ruido, cerró la puerta de la cocina para poder conversar
mejor. Terminó de charlar y siguió mirando televisión. Habría
pasado 30 minutos y, le pareció sentir, olor a quemado. Miró por la ventana
(que daba a un plaza donde, a veces, quemaban hojas y ramas secas) pero no vio
nada. El olor se
hizo más fuerte. Apagó la TV y fue para el living y ahí empezó la verdadera
historia . . . Por debajo
de la puerta que daba a la cocina vio salir humo. Entreabrió un poquito la
puerta y no podía creer lo que vio. La cocina llena de humo, con un tremendo
olor a quemado y le pareció ver fuego donde estaba el lavarropa. Cerró la
puerta inmediatamente y lo primero que se le ocurrió fue salir del departamento
por la puerta principal que daba al living. Estaba cerrada y la llave estaba . .
. (si, adivinó) en la cocina. Llamó por
teléfono a Flor pero no estaba. Por los nervios no se acordaba el celular de
ella (“siempre dije lo mismo, tengo que ponerlo en la memoria del teléfono
pero nunca lo hago”). Intentó con Tommy. > “Tomás, Tomás, se incendia la cocina”, le gritó ni bien atendió, “qué hago?” > “Vieja, llamá a los bomberos y dejate de jorobar”, fue la respuesta de Tommy que no entendía muy bien lo que realmente pasaba. > “Hijo, por favor, se incendia de verdad, qué hago, que hago, decime que hago?. Comprendiendo que no era una pavada le dijo: > “Salí de ahí”, Amada lo interrumpió: > “Esta cerrada la puerta del living. Tommy hacé algo, vení a ayudarme”. > “Mamá, gritá, gritá. Yo busco el numero de los bomberos y los llamo, pero gritá con todas tus fuerzas, ya voy para allá”. Cortó, se
acercó a la puerta y por la alteración y desesperación que tenía en ese
momento no le salía la voz. Se puso a llorar, no sabía qué hacer, golpeó con
fuerza la puerta, se fue a su cuarto, se sentó en la cama, se paró, abrió la
ventana del balcón, volvió al living, quiso gritar y no pudo. Estaba
totalmente desesperada. Pensó en su nietita en España que todavía no conocía.
Volvió al balcón, entró al cuarto, se sentó y . . . escuchó unos golpes en
la puerta. Volvió al living y escuchó el encargado. Con una voz inaudible, medio ronca, medio llorosa dijo: >”Fermín, estoy acá dentro y no puedo salir, se está incendiando la cocina, llame a los bomberos, por favor, llame a los bomberos para que me saquen de aquí”. Fermín (un
portero, perdón, un encargado fuera de serie) ni bien se entero por un vecino
que salía humo en el departamento de Amanda llamó a los bomberos, luego subió
por la escalera, sacó el extintor y se preparó para atacar el fuego si era
necesario. Habrían
pasado 5 minutos (que para Amanda, fueron 5 horas) y se escuchó la sirena de
los bomberos. En segundos rompieron la puerta del living, sacaron a Amanda,
abrieron la puerta que daba a la cocina y con las mangueras y un extintor
apagaron el fuego en medio minuto. Enseguida
llegó Tommy (tan o más desesperado que su mamá) y se abrazó a ella. Los bomberos cumplieron con su rutina de control y casi 2 horas después Amanda y Tommy pudieron entrar a su casa. La cocina estaba toda negra, sucia y con ese olor característico a quemado. Los bomberos habían abierto la ventana y el humo se había disipado casi en su totalidad pero parecía que quedaba una bruma de color negra maloliente. El lavarropa, el mueble que estaba arriba y el lavaplatos estaban quemados. Los aparadores y la heladera estaban “como si les hubiesen dado una pátina de gris” , la mesa y las sillas estaban manchadas y una de las sillas medio quemada. Restos de ceniza en el piso mezclados con el agua y el olor daban una sensación lúgubre y tremendamente desagradable. Esa había sido "su" cocina y ahora era algo extraño y desconocido. El cuarto
de servicio y el baño no habían sufrido el fuego pero si el humo y la fuerza
de la manguera de los bomberos. Caí agua de un mueble, el colchón estaba lleno
de cenizas y . . . basta, basta, “no quiero recordar más”. El e-mail
que me envío Amanda no era tan largo pero cuando hablé con ella por teléfono
me completó los datos que hasta aquí mencioné. >
“Colombo, Ud. no sabe la desesperación que uno siente cuando, por los
nervios, el estado de excitación o por lo que sea, uno quiere gritar y no le sale la voz. No,
no lo puede imaginar. Nunca estuve tan desesperada, nunca” – fue lo primero
que me dijo Amanda con voz llorosa. Siguió
diciéndome que “Con el Grito de Catalina, Ud me hizo recordar esa situación
tan traumática. El problema, según los bomberos, fue que el enchufe del
lavarropa se soltó y provocó una chispa que prendió la ropa que estaba arriba
del lavarropa. El chiste me costó casi $ 10.000 o dólares (era la época del
“1 a 1”.) Ni bien se terminó de arreglar todo puse el departamento en venta
y me mudé a otro un poco más chico.” Porqué
dije el principio que el final no fue feliz. Sigamos leyendo lo que me dijo
Amanda: > “Mi marido nunca había confiado en los seguros y yo no entendí
nunca esto. Habíamos tenido un seguro con un banco pero cuando Manuel se enfermó
lo dimos de baja porque lo veíamos como un gasto sin sentido. Después que el
falleció jamás se me ocurrió la importancia de tener un seguro para mi
casa”. Actualmente Amanda dejó de ser solo suscriptora a nuestro Newsletter. Amanda es una nueva cliente con un seguro de Incendio que cubre su departamento y todo lo que tiene dentro. ¿Porqué no lo hizo antes?. Su
respuesta fue muy clara: > “Porqué nadie me lo explicó seriamente, solo
recibía folletos de la tarjeta con planes que no entendía que significaban y
nunca nadie me dijo realmente lo importante que eran, además de resultar muy
económicos en relación a la suma asegurada. Solo escuché comentarios de
conocidos que dicen que los seguros no sirven para nada y que las compañías
nunca pagan nada, pero, como Ud. (por mi) me
dio a entender si una póliza está mal contratada es muy probable que no paguen
nada pero si está correctamente hecha las buenas compañías pagan lo que
corresponde y, a Ud., le creo.” Amanda paga
un equivalente mensual de $ 40 (ella lo pago todo junto, al contado, por lo
reducido del costo). >
“Estoy segura que nunca más me va a pasar lo que me ocurrió, pero más
segura estoy si tengo una póliza por si me equivoco. De todas formas, desde
aquel entonces, Tommy manda la ropa sucia al lavadero ! ! !” Además de
ser una nueva clienta se convirtió en mi “vendedora estrella”. Ya convenció
a Tommy, a Flor y su marido y a una amiga de tener un seguro para su hogar. >
“Colombo, espero que nunca le pase nada a nadie pero si llega a ocurrir quiero
un final feliz como el de Catalina”. Amada es real, existe. Los bomberos también. No solo rescatan gatos subidos a los techos sino que intervienen todos los días en incendios, algunos grandes otros más chicos (como el de Amanda), que no aparecen en los diarios ni en la televisión. En el ¿Porqué
del Grito de Catalina? dijimos que "No
es secreto que que uno de los peligros más serios
que sufrimos los que vivimos en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores es
el robo.
Sin
embargo,
todos
estos hechos no se comparan con el peor de los ‘enemigos’ a los que
estamos expuestos todos: el fuego.
Amanda entendió (un poco tarde, lamentablemente) que una póliza de seguro la pudo haber protegido económicamente de todas esas pérdidas: * Las económicas -> los $ 10.000 que gastó en reparar la cocina y comprar los electrodomésticos. * Las psicológicas -> en la necesidad de utilizar gran parte de los ahorros que tenía reservados para el futuro y para viajar a España a conocer a su nieto. * Las patrimoniales -> se debió mudar a un departamento más chico a 10 cuadras del que se incendió (con la diferencia pudo viajar a España a los 2 años).
Una póliza de seguro le brinda seguridad económica, tranquilidad mental y protección financiera.
Repito lo que me dijo el esposo de Catalina: “Si no fuera porque vos me volviste loco con el tema de hacer un seguro para mi casa, si no fuera por tu perseverancia, por no aflojar a pesar de mis negativas, hoy no se que haría, porque fue mucha plata la que hubiera perdido”.
Por
supuesto que ni a Ud ni a mi nos gusta pensar en hechos o momentos
desagradables. Nadie sale de su casa pensando que el volver pueda encontrarla
hecha un montón de cenizas o sin todos aquellas cosas, grandes o pequeñas
que fuimos comprando a lo largo de los años.
Ni
Ud. ni yo pensamos en esas cosas. Pero el hecho
que no pensemos no significa que no puedan ocurrir.
No deje que todo eso se pierda por no tomar una decisión simple, fácil y, sobretodo, económica.
Dicen
que la tranquilidad mental no tiene precio. Le puedo asegurar que si lo tiene
y es muy económico !!!
Cómo en el caso de los seguros integrales para su hogar (vea en el ¿Porqué del Grito de Catalina?) le ofrecemos NUESTRA GARANTIA PERSONAL
En caso de no desear continuar con la cobertura del seguro contratado, en cualquier momento (a los 15 días, a los 6 meses o en cualquier instante) puede solicitar la rescisión de la póliza.
A
partir de ese momento no deberá pagar ni un centavo más y, en el caso que
haya abonado proporcionalmente más de lo que corresponde, le reintegramos
esa diferencia !!!.
La
única salvedad es que al abonarse a través del débito en tarjeta de crédito
o débito bancario el pago de un período en el cuál estaba vigente su póliza
puede producirse después del momento de su pedido de rescisión. En ese caso
se efectuará el débito y, como dijimos antes, si ese pago implica haber
abonado en exceso le reintegraremos la diferencia.
D E C I D A S E A H O R A
(PARA
AMANDA FUE DEMASIADO TARDE PERO PARA SUS HIJOS Y SU AMIGA, NO)
VIVA TRANQUILO, SIENTASE PROTEGIDO
Puede
comunicarse con nosotros de diversas formas:
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Si
está en su casa mire a su alrededor: la PC, el TV, la video, el DVD, el
equipo de audio, el microondas, la heladera, los muebles del living, del
cuarto de sus hijos, los de su cuarto.
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de sacrificios para obtenerlos.
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Carlos
E. Colombo
PD:
no puedo dejar de pensar en el comentario de Pedro:
“Si no fuera porque vos me volviste loco con el tema de hacer un
seguro para mi casa, si no fuera por
tu
perseverancia, por no aflojar a pesar de mis negativas, hoy no se que haría,
porque fue mucha plata la que hubiera perdido”.
Haga
como Pedro y tome la decisión antes que sea muy tarde => SI,
QUIERO VIVIR TRANQUILO, SEGURO Y PROTEGIDO
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